esther en san valentín

en el foro de esther y su mundo, tradicionalmente se organiza un concurso de relatos románticos coincidiendo con la celebración de san valentín.

este año se ha encargado de organizarlo geno, por haber sido la ganadora de la edición anterior. geno introdujo una pequeña novedad en el concurso, que consistía en darnos un breve encabezamiento del cual debíamos partir, para después continuar el relato como quisiéramos. ha sido divertido comprobar cómo, a partir de un mismo comienzo, pueden surgir historias tan diferentes.

ha habido dos ganadoras que quedaron empatadas a votos, candela y riesgho, a quienes felicito de nuevo desde aquí. creo que fue una sabia decisión por parte de geno, porque ambos relatos eran realmente bonitos y merecían ganar.

aquí os dejo el relato con el que yo participé. lo escribí sobre la marcha, sin tener una idea muy concreta del argumento que iba a tener la historia. espero que os guste. la introducción común a todos los relatos la he marcado en color verde.


Esther se miró en el espejo por enésima vez. Revisó su peinado, maquillaje, vestido (definitivamente aquel color le favorecía un montón), zapatos... Comprobó el interior de su bolso. Quería llevar todo lo que pudiera necesitar, no quería que nada le estropease su ansiado encuentro. Tanto tiempo esperando y por fin había llegado el día ¡y en San Valentín nada menos! Oyó como sonaba el timbre de la puerta, los pasos de su madre que se dirigían a ella y como giraba el pomo:

-¡Estheeeerrr! ¿Estás lista? Vienen a recogerte

-¡Ya voy, mamá!

Y echando un último vistazo al espejo, salió de la habitación.
Al pie de las escaleras, Rita estaba esperándola.

-¡Qué arreglada te has puesto! ¡Cómo se nota que va a la fiesta quien tú y yo sabemos! -dijo con su ironía habitual.

-Calla, calla -replicó Esther-. Es verdad que irá Juanito, pero también irá la víbora de Doreen. ¡Y lo voy a pasar mal si hace alguna de las suyas, tú ya me entiendes!

-¡Oh, mujer, no seas agonías, no te lamentes antes de tiempo! Si vas con esa actitud negativa, no conseguirás nada bueno. ¡Venga, vamos a la parada del autobús, que no nos sobra tiempo! -apremió Rita.

Tardaron unos diez minutos en llegar al local donde se había organizado la fiesta. Esther y Rita entraron, buscando alguna cara conocida. La sala estaba casi vacía de gente y la música sonaba a un volumen tenue, lo que indicaba que la mayoría de sus compañeros aún no habían llegado.

Pero en una esquina reconocieron a alguien. Era Doreen Snyder, junto con su grupo de aduladoras.

-¡Mira quién está ahí! -exclamó Esther.

-Sí, ha llegado la primera, mira qué lista es -respondió Rita, y saludó con la mano a Doreen desde lejos-. Bueno, tú no te preocupes, está por ver quién se comerá algún rosco y quién no.

Poco a poco la gente fue llegando, pero Juanito no aparecía, lo que hacía que Esther estuviera cada vez más nerviosa. A pesar de que Rita trataba de distraerla implicándola en las conversaciones con otros amigos que allí se encontraban, Esther no podía concentrarse en otra cosa que no fuera mirar hacia la entrada, esperando la llegada de Juanito.

Hasta que, por fin, Juanito entró por la puerta. A Esther, como era de esperar, le dio un vuelco el corazón. Juanito se dirigió en primer lugar hacia el grupo donde estaba Esther, y la saludó cariñosamente. La cosa empezaba bien. Se justificó por haber llegado a la fiesta con retraso.

-He tenido un entrenamiento esta tarde y se ha alargado más de lo previsto. Y luego, entre llegar a casa, ducharme, vestirme...

En ese momento apareció Doreen, que había visto a Juanito de lejos y se había acercado a él pasando desapercibida entre la gente.

-¡¡Sorpresa, Juanito, aquí está tu princesa!! -canturreó, achuchándole por detrás.

-¡Hola, Doreen! Vaya, tanto entusiasmo me abruma...

-¡Vente con nosotras! Hemos estado esperándote hasta ahora, y no es hasta que has llegado cuando de verdad ¡empieza la fiesta! -exclamó Doreen, teatralmente.

-Bueno, chicas -Juanito se dirigió a Esther y a Rita, haciendo un gesto con la cabeza que venía a decir algo así como “qué dura es la fama”-. Luego volveré un rato con vosotras, ¿vale?

Esther se quedó desconsolada, pero afortunadamente tenía al lado a su amiga Rita para quitar hierro a la situación.

-¡Te lo dije! -se lamentó Esther-. Esta bruja se iba a llevar a Juanito a su terreno.

-¿Cuántas capas de maquillaje crees que llevaba? -se preguntó Rita-. Yo creo que tres por lo menos. Y ni aun así disimula que no se ha depilado bien el bigotillo.


Esther observaba de lejos a Juanito. Rita, por su parte, hablaba con todos los chicos que encontraba, pero sin descuidar a su amiga Esther. De vez en cuando trataba de integrarla en los corrillos que se formaban, o le proponía ir juntas a pedir un refresco a la barra.

Pero Esther estaba demasiado absorta en Juanito. Al principio parecía que se encontraba a gusto entre Doreen y sus secuaces. Pero a medida que el tiempo pasaba, las historias que Doreen le contaba entre gestos teatrales y carcajadas histriónicas, parecían cansarle. Así se reflejaba en el rostro de Juanito.

Hasta que les avisó de que se levantaba un momento, y ellas asintieron. Se dirigió a la barra y pidió un refresco. Y, para gran sorpresa de Esther, no volvió con el grupo de Doreen, sino que se acercó a donde estaban Esther y Rita.

-¿Qué tal, chicas, cómo va la noche?

-¡Juanito! ¿Ya te has cansado de los cuentos de Doreen? -inquirió Esther.

-Mmmm, bueno... -Juanito esbozó una sonrisa de complicidad-. Aparte de eso, ¡es que el perfume que lleva me estaba mareando! ¡Desde aquí se huele!

A continuación, Juanito miró el reloj y dijo:

-Estoy cansado. He tenido un entrenamiento muy duro, y mañana jugamos un partido importante. Si quiero estar en forma, no puedo quedarme hasta muy tarde. Creo que me voy a ir a casa, chicas.

-Yo también estoy cansada -respondió Esther-. Si quieres nos vamos juntos.

-¡Me parece muy bien, Pecosa! Tenemos que coger la misma línea de autobús, así que perfecto.

Rita estaba en pleno proceso de ligue con un chico. De todos los chicos con los que había hablado esa noche, parecía haberse decidido por uno. Pero tenía un ojo y una oreja puestos en Esther y Juanito, y se estaba enterando de todo.

-¡Vaya, vaya! -dijo Rita, jovialmente.

-Esto... Que nos vamos juntos Juanito y yo, ya sabes... -Esther no podía disimular el brillo en sus ojos.

-Pues nada, nada, ¡portaos bien! -respondió Rita, con un guiño.

-¡Mira quién fue a hablar! -rió Esther-. Pásalo bien, y ya me contarás qué tal te ha ido...

-¡Nos vemos en el instituto, Rita! -se despidió Juanito.

Esther y Juanito salían por la puerta. Doreen lo estaba observando todo. Entre el calor que hacía en el local y la ira que la invadía, se le estaba derritiendo el maquillaje. Una de sus amigas le prestó un kleenex.

Así pues, aquella noche de San Valentín tuvo un final feliz para Esther. No sabemos lo que ocurrió entre Esther y Juanito a solas durante el trayecto hasta su barrio, y eso queda a la imaginación de las lectoras. Os podemos decir, eso sí, que el autobús tardó un poco más de la cuenta en llegar a la parada. Aunque a Esther y Juanito no les importó mucho, es más, apenas se percataron de ello...

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