mi mundo de papel

  según los hermanos zipi y zape, cuando eres un niño los adultos te resuelven todos los problemas... menos los de interés compuesto. ;) bueno, en realidad ese tipo de problemas no son los que más cuestan a los alumnos, o eso creo por mi experiencia. la fórmula de la que hay que partir es: C n = C 0 ·(1+i) n siendo C 0 el capital inicial, C n el capital final, i el tipo de interés en tanto por 1 (es decir, el tipo de interés que nos dan como dato lo dividimos entre 100), y n el número de períodos (años, trimestres, meses...) durante los cuales el capital genera intereses. el caso más sencillo es conocer el capital inicial, el tipo de interés y el número de períodos, y tener que calcular el capital final. es simplemente sustituir los datos en la fórmula. pero puede que lo hagan al revés, que te den el capital final al que necesitas llegar, y que tengas que calcular el capital inicial a depositar. en ese caso, despejas de la fórmula el capital inicial. otro problema típico es con

  sería curioso poder reproducir todo lo que hiciste el día anterior. levantarte a la misma hora, ir a los mismos sitios, hacer las mismas cosas... como un déjà-vu constante. pues me ha ocurrido algo así. ayer fui de compras a unos almacenes, pero no me dio tiempo a hacer todo lo que quería, así que hoy he vuelto. para ir hasta allí he pasado por las mismas calles, he comprado el periódico en el mismo kiosco... y al final, al entrar en el supermercado a por un par de cosas, también me ha cobrado la misma cajera que ayer. ^_^ a pesar de todo, nunca dos días son iguales, nunca se hacen las cosas exactamente de la misma manera. incluso si un día tuviera que explicar un tema de matemáticas a una alumna, y al día siguiente a otra alumna del mismo curso y el mismo colegio, seguro que no lo haría igual. explico adaptándome al alumno y poniendo diferentes ejemplos que se me ocurren en cada momento, no es como si tuviera un texto grabado y sólo hubiera que pulsar un botón para escucharlo. u

hoy he hecho muchas cosas, para lo ‘monotarea’ que suelo ser. primero he mandado un paquete por correo, que ya tenía preparado desde anoche. después he ido a comprar una lámpara de mesa, para sustituir a otra que teníamos muy vieja. me daba miedo que pegase un cortocircuito el día menos pensado... la nueva lámpara es sencilla pero práctica. y luego he comprado una tarta para que mis padres celebren su aniversario de bodas. ya sé que no es un número redondo, pero bueno. ^_^ he recorrido un buen tramo hasta mi casa, con la lámpara en una mano y la tarta en la otra. por la tarde he hecho una excursión que tenía pendiente desde hacía tiempo. quería visitar el parque cerro del tío pío en vallecas, que me lo habían recomendado. también se llama parque de las siete tetas , supongo que por las ondulaciones de su terreno, y que apreciaréis en las fotos. ;) me dijeron que para ir hasta allí, había que tomar como referencia el estadio del rayo vallecano, en la avenida de la albufera -calle pr

  ya hablé de la ducha en otra ocasión , de ahí el título de esta entrada. ;) curiosamente, la ducha -o el baño- te despeja cuando estás somnoliento, y te relaja cuando estás agitado. si estás en cualquiera de los dos extremos, te restaura el equilibrio. llevaba tiempo tratando de encontrar un símil matemático o físico para este poder estabilizador de la ducha. me ha venido a la mente el clásico problema de un cuerpo sujeto a un muelle, lo que en física se denomina un oscilador armónico . en ausencia de fuerzas, el muelle se encuentra en su longitud natural, y la masa que lleva unida se sitúa en su posición de equilibrio. si estiramos el muelle, la masa tenderá a volver a esa posición central. y si comprimimos el muelle ocurrirá algo análogo, pero en sentido contrario. por la fuerza de acción y reacción, el muelle intenta comprimirse si lo estiras, y estirarse si lo comprimes. de manera similar, la ducha te espabila si estás amodorrado, y te calma si estás a muchas revoluciones. sie

el otro día, en un paso de peatones, una señora mayor muy simpática me agarró del brazo por las buenas. me pidió que la ayudara a cruzar, y es que la calle estaba llena de baches, por unas obras que estaban haciendo. una vez que pasamos al otro lado, le pregunté si a partir de ahí podía continuar ella sola, y me dijo que sí, que ya estaba al lado de su casa. me dio las gracias y yo le di un apretón cariñoso en el brazo. todo muy bien, pero no pude evitar pensar: ya me podían pasar estas cosas con chicas más jóvenes. :O unos días más tarde, al salir de dar clase a dos herman@s alumnos míos, fui bajando por las escaleras del edificio. y entonces salió de uno de los pisos intermedios una niña como de cinco años, y me preguntó con todo el descaro: “en qué piso vives??”. su madre la regañó diciéndole: “pero bueno, qué cotilla eres!!”. como era largo de explicar que yo no era vecino de ese bloque, me limité a reírme quitándole importancia. pero lo mejor es que al continuar bajando, la niña m