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Mostrando entradas de agosto, 2015

clases

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tengo muchas ganas de que empiece el curso escolar para volver a dar clases. seguiré teniendo a los mismos alumnos, menos a un chico de bachillerato que para el curso que viene seguramente habrá elegido la opción de humanidades o como se llame ahora, y ya no tendrá matemáticas. todos aprobaron en junio, por lo que este verano no han necesitado mi ayuda. el curso pasado, los días más tranquilos eran los lunes y los miércoles. tenía clase con una niña de 2º de eso a la que llamaré creativa . vivía cerca de mi casa, y generalmente le daba una hora, aunque cuando había exámenes cercanos le podía dar hasta dos horas, y si era necesario también alguna hora extra en sábados. siempre era agradable dar clase con ella. los martes y los jueves tenía clase con dos hermanos: la mayor, la llamaremos rebelde , de 1º de eso; y el pequeño, perfeccionista , de 5º de primaria, dos años menor. vivían más lejos, como a tres cuartos de hora de mi casa. iba y volvía andando siempre. al final de curso, los ma

hélices y más

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este verano ha resurgido mi fascinación por las hélices . una hélice es una curva geométrica generada por un punto que tiene simultáneamente un movimiento circular y un movimiento rectilíneo perpendicular al plano del círculo. es algo parecido a una escalera de caracol. todo empezó al fijarme en los abanicos, que son muy necesarios cuando hace calor. en primer lugar me di cuenta de que, cuando está abierto del todo, el ángulo entre dos varillas consecutivas es igual a 180 dividido entre el número de varillas. pero fui más allá: si miramos el abanico de canto, alrededor del punto de unión de las varillas se forma una especie de hélice. cuando el abanico está abierto, cada varilla está a una altura superior y girada cierto ángulo respecto a la anterior. y justamente eso es lo que caracteriza a una hélice: la altura aumenta con el ángulo de giro. algo parecido ocurre cuando apilan las mesas de los chiringuitos. para encajar cada mesa con la siguiente hay que girarla de manera que las pata

incomunicación

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cuando veraneábamos en el campo , en un pequeño pueblo del interior de cantabria, lo peor que llevaba era estar incomunicado. no había cobertura móvil, y no hablemos de conexión a internet. al menos pudimos instalar teléfono fijo, porque hasta hace no demasiado tiempo tampoco había. si teníamos que hacer alguna llamada íbamos a la única casa del pueblo que tenía teléfono, pagándoles por el uso del mismo. en mi época universitaria ya tenía teléfono móvil. cuando íbamos a pasar la mañana o la tarde a reinosa -un pueblo que nos parecía la gran metrópoli comparado con el lugar entre montañas donde estábamos-, aprovechaba que allí había cobertura para mandar mensajes a mis compañer@s de clase. si durante el tiempo que pasábamos en la ‘gran urbe’ haciendo compras o lo que fuera no me contestaban, me quedaba la esperanza de que lo hicieran más tarde y ver la respuesta en el siguiente viaje. pero como en la escuela donde estudié la gente era tan simpática, la mayoría de las veces no había resp