en equipo

el otro día se me ocurrió una idea para un relato, y esta noche lo he escrito. no es muy bueno, la verdad. mis relatos los considero una especie de experimento, a ver qué sale cuando me pongo a escribir de manera improvisada. supongo que eso refleja las ideas que tenemos en la cabeza en cada momento.

espero que os guste. ah, cualquier parecido de alguno de los personajes con el autor es pura coincidencia. :O


Un chico llamado Alfa decidió matricularse en Ciencias Matemáticas, la carrera que siempre quiso estudiar. Nunca era tarde, a pesar de la edad, y posiblemente le convalidarían algunas asignaturas.

El primer día de clase llegó puntual y, pensando dónde podría sentarse, se fijó en una chica que había en la primera fila. Parecía tener más edad que el resto de yogurines de la clase, por lo que ya tenían algo en común. Sin pensárselo, se sentó al lado de ella.

Aunque Alfa era tímido, tenía más tablas que cuando era adolescente. Así que no le resultaría difícil iniciar una conversación con esa chica. Se llamaba Beta y era licenciada en Ciencias Físicas. Como no encontraba trabajo, decidió matricularse en Matemáticas, al tiempo que daba clases particulares, actividad a la que también se dedicaba Alfa.

Beta era pálida de piel, con el pelo castaño recogido en una coleta, y llevaba camiseta, vaqueros y deportivas. A Alfa le resultaban atractivas esas chicas que iban vestidas de manera sencilla, sin arreglarse en exceso. En cuanto a la personalidad, él siempre se había sentido ‘en tierra de nadie’: demasiado aburrido para la gente más fiestera, demasiado transgresor para los más puritanos. Quizá esta chica también era una oveja negra como él, el tiempo lo diría.

A lo largo del curso, Alfa y Beta se hicieron muy amigos. Descubrieron que congeniaban a la perfección, como si se hubieran conocido en otra vida. Para cuando llegaron los parciales de febrero ya estaban saliendo juntos.

Los exámenes los superaron con buenas notas. La veteranía y el haber estudiado carreras de la misma rama ayudaron mucho. Durante el puente de Carnaval, decidieron  ir a la casa de la abuela de Beta, en un pequeño pueblo de Asturias.

Allí surgió una idea brillante de los dos: escribir un libro de matemáticas aplicadas a situaciones de la vida real, con ilustraciones divertidas. Alfa tenía un blog en el que contaba muchas curiosidades matemáticas, Beta sabía dibujar muy bien, y a ambos les gustaba explicar las asignaturas de ciencias a sus alumnos con ejemplos sencillos y de forma amena.

Durante los días que estuvieron en esa casa, reunieron todas las ideas que tenían y elaboraron una especie de índice provisional para ese libro que pensaban escribir. Pero no sólo se dedicaron a eso...

A Beta se le ocurrió poner a secar semillas de las manzanas que iban comiendo de postre, hasta que estuvieron listas para plantarlas. Entre los dos cavaron un hoyo en el jardín de la casa y enterraron las semillas. La abuela de Beta podría regarlas y fertilizarlas. La jardinería era su mayor afición.

Una noche, Alfa y Beta se sentían muy románticos. Se besaron apasionadamente en la habitación donde dormían. Y una cosa llevó a la otra... Y pasó lo que tenía que pasar.

Sin proponérselo, durante aquella escapada iniciaron las tres cosas que se supone que una persona debe hacer en su vida: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo. Y lo más curioso es que las tres tareas las llevaron a cabo conjunta y simultáneamente. En equipo, podríamos decir.

El proyecto del libro siguió adelante, y no les resultó difícil encontrar una editorial que estuviera interesada. El árbol no tardó en dar sus primeros brotes y creció muy rápido.

¿Se nos olvida algo...? ¡Ah, sí!

Fue niña y la llamaron Gamma.

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