miedos

en mi colegio, cada alumno tenía asignado lo que se llamaba un ‘preceptor’: un profesor que te hacía un seguimiento personalizado y al que le contabas los problemas que pudieras tener. cada cierto tiempo te llamaba y tenías una charla privada con él.

tengo el sueño recurrente de que estoy sacando peores notas de las esperadas, y en un momento dado me doy cuenta de que llevo todo el curso sin preceptor. en el sueño, don gregorio -que es así como se llamaba el preceptor que tuve siempre en mi colegio- está desaparecido, no le he visto en lo que llevamos de curso. no sé si está enfermo o qué le ha pasado, pero yo sin preceptor no puedo estar, me siento perdido. y así lo demuestra el bajón en mi rendimiento. así que tengo que ir a ver al jefe de estudios para que me asignen a alguien que sustituya a don gregorio.

ese sueño lo volví a tener anoche. supongo que denota, entre otras cosas, el miedo al suspenso. en el colegio sacaba buenas notas, pero en la carrera... era otra historia. y sobre este asunto del temor a suspender ya tenía en mente escribir algo. así que vamos a ello. :)


el primer examen que hice en la carrera fue en febrero de 1996, el primer parcial de la asignatura de ‘cálculo infinitesimal’. lo hice lo mejor que pude pero no salí contento. encima miré las soluciones del examen, que las habían puesto en un tablón, y no parecían coincidir con las mías. “he suspendido”, sentencié.

la profesora les dijo a los de mi grupito: “he visto un poco triste a vuestro amigo”. me conocía, algo poco habitual en una universidad pública y especialmente en el primer ciclo, cuando las clases son tan masificadas. pero como me sentaba en la primera fila y siempre llevaba los ejercicios hechos...

después de tanto lloro, aprobé y además con un 7. a día de hoy todavía estoy alucinando. durante toda la tarde de ese examen, quizá debido a los nervios, tenía metida en mi cabeza una canción de roxette, del recopilatorio que me habían traído los reyes un mes antes. y dado que el final fue feliz, esa canción ahora me trae buenos recuerdos.

pero hay que tener cuidado, porque el miedo excesivo al suspenso puede ser mal consejero. si después de un examen lloriqueas porque crees que te ha salido mal y luego apruebas, pues te llevas un disgusto que te podías haber ahorrado, pero bien está lo que bien acaba. el problema es cuando el miedo te lleva a hacer mal algo que podías haber hecho bien si hubieras estado más tranquilo.


años más tarde, hice el examen práctico de conducir. no era la primera vez, y temía suspender de nuevo. en un momento dado, se paró en medio de la calle un camión o no sé muy bien qué era. di un poco de marcha atrás y lo sorteé. esa pequeña incidencia ya me puso nervioso, y dudé de si había hecho lo correcto.

pero lo peor fue que cuando estaba pasando por un paso de cebra sin semáforo, vi a un peatón en la acera, ya demasiado tarde para frenar. supuestamente le tenía que haber cedido el paso para que cruzara, y con ese tema eran muy estrictos. entonces pensé “ya me he cargado el examen”. dimos algunas vueltas más, hasta que la examinadora me mandó aparcar en un hueco.

como estaba muy alterado pensando que ya había suspendido, pues el aparcamiento me salió un churro -aparte de que se me daba mal de por sí-, pisé el bordillo y todo. y sí, al final suspendí, pero fue sólo por la última prueba, la de aparcar. el profesor de la autoescuela me dijo que hasta ese momento lo había hecho todo bien y que había sido una pena.

y lo del peatón en el paso de cebra, realmente no había hecho ademán de cruzar, lo mismo estaba esperando a alguien. pero como nos decían que siempre parásemos para ceder el paso... de todos modos, si hubiera sido una falta eliminatoria, la mujer que me examinaba habría dado por concluido el examen de inmediato, y no fue así. pero claro, con los nervios no vemos las cosas claras.


esther, en su primera experiencia importante como enfermera, asiste a la operación de philip douglas -el guionista de las aventuras de esther, que en ese capítulo hace un cameo-. nuestra amiga se desmaya en el quirófano, lo cual le plantea dudas sobre su capacidad para la profesión de enfermera. pero luego le hacen ver que eso les ha pasado antes a muchas. y además el paciente queda muy satisfecho del trato que le ha dado esther.

por eso no debemos suspendernos a nosotros mismos. eso puede resultar una profecía autocumplida. en cualquier situación, desde un examen hasta una cita romántica, a veces creemos que lo estamos haciendo mal, y en realidad lo estamos haciendo bien.

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