flip flop

he escrito un relato ficticio, aunque inspirado en experiencias reales, eso es inevitable. no es nada del otro mundo, pero espero que os divierta. :)


Era la segunda mitad del mes de mayo. Unas amigas y yo íbamos a hacer una quedada. Para organizarla, creamos un improvisado grupo de whatsapp que después se convertiría en permanente.

A estas bellas amigas las llamaré Artista, Sonrisa, Inquietay Voladora. La conversación que tuvimos el lunes de aquella semana, fue algo así:
  • Artista: Este viernes a las siete de la tarde tengo curso de pintura en Puente de Vallecas. Podríamos quedar en la boca de metro cuando acabe.
  • Sonrisa: ¡Vale! A mí me viene bien el viernes. Cuando cierre la tienda iré para allá.
  • Voladora: Yo ya habré terminado de trabajar, iré en bus.
  • Chema: ¿En el 56, Voladora? Igual nos encontramos.
  • Voladora: ¡Estaría divertido!
  • Chema: Seguramente yo también iré en el 56. El viernes tengo una clase en la zona de Avenida de América, y por allí pasa ese bus.
  • Inquieta: El viernes por la tarde a mí también me viene genial. ¡Qué bien que nos hayamos puesto de acuerdo tan rápido! Me hace mucha ilusión veros.

Miré el pronóstico del tiempo para ese día. Por la tarde, la temperatura no iba a bajar de 27ºC. ¡Con las ganas que tenía de estrenar mi ropa de verano!
  • Chema: Por cierto, chicas, hará buen tiempo y podremos llevar calzado abierto. Así que vamos a ir arreglándonos las uñas de los pies para ese día. 😊
  • Sonrisa: ¡Chemi, siempre tan presumido!
  • Artista: Aquí pasamos directamente de la bota a la chancla.
  • Inquieta: ¡Mis hijos y yo, ya vamos descalzos por casa!
  • Voladora: Yo me he comprado unas sandalias de esas de doble tira que ahora están tan de moda.



Por fin llegó el viernes. Parece que se cumplió lo que predije, porque l@s cinco llevábamos calzado veraniego. Yo unas chanclas con tiras de tela, Artista otras similares, Sonrisa unas sandalias con suela de esparto, Inquieta unos zuecos abiertos y Voladora las sandalias de doble hebilla de las que habló en el chat. Y además, nos habíamos tomado en serio lo de ponernos los pies bonitos. Los teníamos como los de un bebé. Yo había logrado cortarme las uñas sin hacerme grandes estropicios, y me había echado cremas para eliminar grietas y durezas.

Así que decidimos hacernos una foto de nuestros pies. Me encargué yo de sacar la foto y subirla. Era difícil abarcar con la pantalla del móvil los cinco pares de pies, pero logramos encontrar la colocación óptima. Después etiqueté la foto, y para asegurarme de hacerlo bien miraba alternativamente a la foto en el móvil y a los pies de mis amigas. Que luego no quería quejas del tipo “¡mis pies no son estos, son esos otros!”. La foto alcanzó el centenar de likes.

Lo pasamos genial, con mucha complicidad y risas, y nos prometimos hacer más quedadas. Somos un grupo muy bien avenido, y tenemos el adecuado equilibrio entre ser soñadores y mantener los pies en la tierra.

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